martes, 17 de agosto de 1999

Me rio yo... De la virgen de Pueyos!

Sábado 31 de Julio . San Pedro.


Nos despertamos con una goma considerable.
Después de tener que insistir un poco, Olman consigue convencer a José para que haga tortilla de patata. Acompaño a Olman a una pequeña tienda cercana (de esas típicas donde venden de todo) y compramos patatas, cebolla y huevos.
Después de almorzar, descansamos la comida en el sofá mientras televisan Brave Heart (Corazón bravo) versión mexicana (imaginen a Mel Gibson gritando "Libertad" con acento mexicano).
José y yo nos hacemos el ánimo y decidimos ir a Cartago, acompañados por nuestro amigo Diego, que es de allí. El autobús tarda miles de horas en llegar debido a la peregrinación que a tanta gente a movido este fin de semana (hay gente que dice millón y medio, gente que dice dos millones).
Cuando llegamos ejercemos un poco de amos de casa; ponemos la lavadora y vamos a comprar al Hipermas (alucinando con la cantidad de frutas extrañas que tienen estos ticos).
Aunque estamos cansados, decidimos ver lo que pasa esa noche por Cartago, damos una vuelta y echamos un par de Pilsen más al cuerpo, acabando en La Cueva, donde está la boxeadora campeona de Tosta Rica haciéndose fotos con los que allí había. Vaya tiarraca, por cierto.
Mañana será un gran día, así que así es como acaba lo que viene a ser un día de resaca cualquiera.


Domingo 1 Agosto. Cartago city.

Día de Nuestra Señora de los Ángeles.
Nos despertamos sobre las 9 con la intención de realizar alguna excursión a algún sitio cercano (el volcán Irazú o el valle de Orosi), pero es imposible salir de Cartago con la multitud de personas que se han desplazado estos días.
Hablamos con Álvaro que está en Chepe y quedamos en Cartago para ver el ambiente. Recogemos a Álvaro en el centro y por unanimidad decidimos meternos en un bar: La Soledad. Es un pequeño bar muy auténtico al cual ya había ido con Javi.

Cuando te metes en ese chinchorro (*Apunte: un chinchorro es un garito, un bar lo que viene siendo de no mucho glamour) jamás dirías que cocinen, pero así es. La cocinera es una mujer mayor y pequeñica que no sale de detrás de la barra. El que maneja el cotarro es Cuco, un hombre que parece serio pero está como unas castañuelas. La hija de Cuco es la que sirve las birras, una chica muy simpática y risueña que me cayó bien desde el primer día. Ese día el bar está más lleno que nunca, todo hombres claro. Cuando me ven, la familia me saluda con un beso y nos ponen unas Pilsen como Dios manda (*Apunte: los ticos saludan sólo con un beso, cosa que me encanta, mil veces más cercano y cariñoso que los dos besos de paripé y cortesía que gastamos nosotros).

Cuco, el hombre del bar:

Como no hay mesas vacías le pedimos permiso a un hombre que está sólo en una mesa y nos sentamos con él. Pasamos ahí todo el día, desde la 1 p.m. hasta aproximadamente las 8 p.m., por decirles algo.

Somos los putos amos en “La Sole” (como le llamamos ahora); en cuanto oyen nuestro acento español con sus Zetas y sus “Hostia, tío” todo el mundo empieza a invitarnos a birras y a guaro (*Apunte: Guaro es Cacique de aquí, que es aguardiente de caña de azúcar; aunque la palabra guaro también sirve para denominar alcohol en general).

Botella de guaro::

Ahí conocemos a mil ticos que nos dan sus celulares y nos prometen infinitas excursiones a diferentes lugares del país (que nunca cumplirán).

José en el baño de hombres del bar:

El tico (Ocatavio) que pone música nos habla de la cantidad de grupos y cantantes españoles que le gustan mientras pincha un temazo tras otro (*Apunte: aquí cuando quieren decir temazo dicen: “Qué buena pieSa, mae!”). La lista abarca desde Camilo Sesto, pasando por Sabina y Héroes del silencio hasta Ana Belén, Chenoa o Miguel Bosé.

Octavio nos comenta que por la noche tiene una fiesta, así que nos invita a que vayamos. Como tampoco tenemos mejores planes, aceptamos la invitación encantados y salimos por fin de La Sole, (después de mil horas intensivas ahí metidos); y cogemos un taxi al “Mas x menos”.

Compramos ron, coca, hielo y nos vamos.

Nos metemos en lo que es un cyber, lo atravesamos y al final del pasillo hay un jardín: es ahí donde está la fiesta.

La verdad, en un principio no es lo que esperaba, y no me encuentro muy a gusto. Claro que eso cambia en cuestión de segundos.

Y es que la fiesta no estaba llena de jóvenes con música a tope y guaro sin conocimiento; sino que se trataba de una fiesta familiar donde el más joven tenía 14 y el más mayor 50 y resto (*Apunte: y resto se utiliza para nuestro y pico).

Al final resultó ser una fiesta de lo más divertida y original.

Escuchamos música mientras no paramos de beber ron y comer lo que el hombre va sacando de la barbacoa (yuca, carne…).

En una de esas José se anima y hasta coge la guitarra y se arranca con una canción (me acuerdo de las horas que he pasado con la gente de Benigànim en plan guitarra-almogaver y me imagino a Rosky haciendo su mix Disney).

Cada uno de nosotros recibe un mote en la fiesta: Álvarito =Alguarito, José =José Cuervo, Octavio =Octapis...(*Apunte: Tapís es borracho).

Llega un momento que estamos tan cansados que decidimos ir a dormir, ya está bien por hoy; no sin antes pasar por la plaza de la Basílica y ver la de gente que está durmiendo en el suelo (locura).


Les dejo aquí un vídeo donde no deben tener en cuenta el estado de embriaguez de Octapis; simplemente es para que vean el ambiente. Espero que les guste.

http://www.youtube.com/watch?v=gnOrg3Djj7w

Yo, como no rezo a ninguna Virgen de los Ángeles, me voy a dormir a mi cama, que me lo he ganado.

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