domingo, 7 de septiembre de 1975

Un buen día.

Siete de noviembre del 2010. Cartaguito.

Hoy a las 11a.m. no se ha jugado el esperado partido Saprissa- Cartago debido al duelo nacional. Así que me he despertado cuando he querido.
Cuando he abierto un ojo he comprobado mi celular para ver la hora; y me ha enojado no tener ningún mensaje, ya que sí esperaba recibir noticias de alguien.
Parecía que tenía un grupo de batucada entera en mi cabeza (debido a la barbacoa de ayer), así que me he ido directa a la ducha; que por cierto no había manera de que saliera agua fría. Vieras cómo me molesta ducharme sin agua caliente, pero creo que me ha sentado bien.
He alistado mis varas y me he ido al centro, a pasear la goma. Había una recolecta de ropa, comida y plata para la gente afectada por los derrumbes. Ahí estaba un mae, que cantaba más o menos mal, vestido de mexicano y cantando las típicas rancheras que siempre oigo en el Aselo (el bar al que nos encanta ir los domingos y tenemos planeado ir dentro de un ratito); así que me he quedado un rato y me ha dado mucha alegría.
A empezado a espurnear, como dirían en mi casa; y no he querido conseguirme un paraguas porque me gustaba así.
Me he comprado un paquete de Derby suave y me he acercado a una iglesia a ver qué se cocía por ahí. Justo cuando me dispongo a entrar, el padre acaba la misa y todos sus fieles salen en dirección hacia la calle. Dios no quiere que pise su casa, se ve.
Recibo un mensaje de José, quedamos para comer un chifrijo donde Cuco (La soledad) y le digo que traiga mi cámara.
Mientras, me paso por una tienda americana, que tanto me gustan; y mientras busco entre tanta ropa me pongo nerviosa y emocionada por descubrir tantos tesoros.
Me compro infinitas chaquetas de esas que tanto me gustan (como esas que acostumbra a usar el cantante de Orxata Sound System)y me voy al bar de Cuco.
Cuando llego José aún no está. Saludo a Cuco con un beso y el resto de los clientes del bar me miran con curiosidad. Soy la única mujer y todos los hombres del lugar no tienen menos de 40 años.
Cuco me recuerda que los domingos no está Eugenia, la cocinera; así que nos hemos quedado sin chifrijo. De momento, yo, me pido una Golden Monkey para ayudar la resaca.
Llega José con Ronny, se echan una birra mientras Cuco cierra el bar y nos vamos a la soda de Alex, a comer el rico casado de carne en salsa + fresco de tamarindo por 2400 colones.







Mientras estamos allí llega un hombre con paraguas; y dice: para la muchacha. Y me da un papel mientras comenta: de parte del hombre del parche pirata que había en el bar.
Lo leo y resulta que era del hombre extraño que estaba en la Soledad. Me hace gracia y me resulta muy agradable cómo lo hace, con tacto y elegancia me da su número de teléfono. Está claro que no le voy a llamar (en la primera foto de este episodio se ve de fondo).

Acabamos de comer me entra el antojo y decidimos pasar por una panadería para conseguir algo dulce, pero tropezamos con una cafetería-restaurante que acaban de abrir.
Es una casa, y cada habitación es una sala. El mesero nos enseña todas las salas para que elijamos y los chicos me dejan a mi la elección.
Nos pedimos el café de la casa y un postre que lleva dulce de leche (que por cierto me encanta el dulce de leche!!).



















Depués de mantener diversas conversacines sobre las fallas, los hombres, el decorado y la ropa americana nos vamos para el chante (*Apunte: casa).
Eduardo Punto (le llamo así porque es el que nos contó el código del punto para ir a La Cueva) me envía un mensaje preguntándome si esta tarde vamos al Aselo.
Así que le respondo de forma afirmativa.
José y Ronny se ponen un capítulo de Doctor Mateo mientras yo escribo la parrafada que os acabo de hacer leer.
Voy a ver si me alisto las varas y halo para el Aselo que los domingos se pone muy tuanis porque siempre hay un pichazo de gente :)

Se cuidan. Feliz lunes.

(Fecha: 7/11/10)
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