domingo, 11 de febrero de 1973

Mi madre dice....

... que cuenta los días que faltan para mi regreso. Vieran que ayer me dijo que me quedaban 24, y qué disgusto!! No me había parado yo a contar los días. La verdad es que llevo casi 6 meses y se me ha pasado volado!!Así que 23 días ya no son nada.
Y aquí estoy solica en Cartago, acabando mi proyecto; eso me pasa por huevona.
Así que por eso tengo poca novedad; además, ayer fui a arreglar mi cámara fotográfica así que tampoco puedo poner nuevas fotos.
Estaba pensando que no puse fotos la aventurilla de Un Techo Para Mi País; así que a ello voy.
Bueno, tal y como os conté estuvimos construyendo en Bataán( Limón), del 17 al 23 de Diciembre. Habían diferentes sitios para elegir dónde construir: Guanacaste, La Carpio, zona sur... Cada escuela se llamaba de un color; en Bataán éramos dos escuelas: la verde feliz y la amarilla (esta última era la nuestra). En nuestra escuela éramos unas 60 personas.

17 de Diciembre (viernes).
Salimos de San José y llegamos bien tarde a la escuela de 28 millas, donde descargamos las herramientas, nos dan una tostada con mermelada para cenar y extendemos nuestros slipping bags para dormir durante unas pocas horas.



(Fecha: 11/01/11)

18 y 19 de Diciembre: nuestra primera casa.

Nos despiertan con música, miro la hora y son las 5 de la mañana; tal y como habían dicho. Desayunamos más bien poco porque aún no tienen para cocinarnos el gallo pinto y nos dividen en grupos. En mi grupo somos 5; por dicha me toca con Álvaro (el otro español). Nuestro "jefe" es Josué, y el resto del grupo son Biryeth ( una chica de 19 años) y Chucki (un chaval de 17 que es clavado al de la película el Bola, tanto físicamente como su forma de ser).
Cuando llegamos a nuestra familia no tenemos ni idea de lo que hay que hacer, así que básicamente seguimos las órdenes de Josué. La mujer se llama Elisa, y el señor Cristóbal; quienes tienen no recuerdo bien cuántos hijos.
Allí viven un montón de gente; son una gran familia y hay una barbaridad de niños y padres y abuelos; así que llevamos un lío que no sabemos quién es hijo de quién.
Se portan demasiado bien con nosotros, nos ofrecen café, galletas, agua de pipa, frescos... Yo no me fío mucho de beber los frescos, porque vaya usted a saber de donde han sacado ese agua. Así que espero a que Álvaro me diga cómo le sientan y acabo tomando yo también.
Las casas que construimos se hacen de la siguiente forma: se realizan unos agujeros en el suelo, depende de cada uno, pero de unos 80 cm, por decir algo. Lo primero es poner un pilote y en referencia a este ir poniendo los demás, midiendo el nivel y la distancia.
En total son 15 pilotes lo que hay que poner. Se debe meter tierra y piedras e ir comprimiendo. Menos mal que Cristóbal es un hacha con la pala (cómo no, trabaja en la bananera, así que tiene buen fondo físico); y nos cava los agujeros en menos de lo que nos cuesta marcarlos a nosotros.
Después de eso, se ponen los paneles. Para el piso hay dos paneles, que pesan una barbaridad. Entre los dos hacen una casa de 3 metros X 6,10 metros.Se "cosen" entre ellos, se clavan y luego van los cuatro paneles de las paredes, por dicha son más libianos. Luego hay que poner la viga maestra y pegar el techo de Zinc. Se ponen las ventanas y la puerta y ¡voilá! Casa nueva.
En esta primera familia nos lleva tan sólo dos días.
Trabajamos desde las 7 am (aprox) hasta las 5-6 pm, que se hace de noche. Cada la mañana en la escuela nos dan el paquete de arroz y la lata de atún que la familia nos cocinará para almorzar; y gracias a dios siempre nos cocinan algo más. No sé si es que todas eran buenas cocineras o que teníamos tanto hambre que todo estaba exquisito.

El comedor de nuestra escuela Amarilla donde hacemos las reuniones y cenas...



Cata y Olman listos para dormir.



Biryeth y yo con las herramientas hacia nuestra primera familia.



Pilotes y suelo puesto (odio los piloteees)



Adriana y su mamá.



Una silla auténtica que tenían en la casa.



La casa (si se le puede llamar así) donde dormían Cristóbal, Elisa y los niños.






Los páneles en la escuela que se montaban al camión y se descargaban en cada casa.







Pegando el piso a los pilotes.





Ya vamos con las paredes!










Todas nos peleábamos por el amor de Alex, pero sólo yo conseguí que me diera un piquito :)









Antonio pelándome un agua de pipa, qué ricooo!!





Comiendo con los techeros vecinos.





Ya la viga maestra, faltan los tuquitos y las láminas de Zinc.



Y por fin la inauguración.



Bueno, esta fue la primera casa; después construimos para la segunda familia (paupérrima). Eso será otro capítulo. Espero que les hayan gustado y que les haya servido aunque sea un poquito para ver que Costa Rica no es solo playas llenas de gringos; sino que a pesar de lo que en un principio parece, sí hay familias pobres en pésimas condiciones.
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